sábado, 1 de mayo de 2010

Novecientos noventa y ocho cuentos

LA PLANTA CARNÍVORA

Flora era una planta carnívora, pero carnívora de verdad, que vivía en un supermercado junto al puesto de Paco, su gran amigo carnicero. Paco la trataba con cariño y atención y siempre tenía algún trocito de carne que darle al final de cada día. Pero un día, Flora no recibió su ración de carne, y al día siguiente tampoco, y empezó a preocuparse tanto, que decidió espiar a Paco.


Así fue como descubrió que el carnicero no le daba nada de carne porque guardaba grandes trozos en una gran caja amarilla. Haciéndose la despisatada, Flora llegó a pedirle un poco de aquella comida guardada en la caja, pero Paco respondió muy severo que no, y añadió:

- ¡Ni se te ocurra, Flora! No se te ocurra tocar la carne de esa caja.

La planta se sintió dolida, además de hambrienta, y no dejaba de pensar para quién podría estar reservando el charcutero aquellas delicias. Con sus malos pensamientos se fue llenado de rabia y de ira, y aquella misma noche, cuando no quedaba nadie en la tienda, llegó a la caja, la abrió, y comió carne hasta ponerse morada...

A la mañana siguiente, justo cuando llegó Paco para descubrir el robo, Flora comenzó a sentirse fatal. Su amigo le preguntó varias veces si había sido ella quien había cogido la carne, y aunque comenzó negándolo, viendo la preocupación y el nerviosismo del charcutero, decidió confesar.

- ¿Pero qué has hecho, imprudente?- estalló Paco- ¡¡Te dije que no la tocaras!! ¡Toda esa carne estaba envenenada!! Por eso llevo días sin poder darte apenas nada, porque nos enviaron un cargamento estropeado...

A la carrera, tuvieron que ir a buscar a un quimico, a un jardinero y a un veterinario con un invernadero-hospital que pudieron por poco salvar la vida de Flora, quien se pasó con grandes dolores de raíces y cambios de colores en las hojas durante las siguientes dos semanas. El susto fue morrocotudo para todos, pero al menos la planta aprendió que obedecer las normas puestas por quienes más nos quieren, es mucho más seguro que obrar por nuestra cuenta sin más.

lunes, 26 de abril de 2010

Noveciento noventa y nueve cuentos

KRATÓN Y EL MAGO

En lo más profundo de la gran montaña, en un gran laberinto de túneles creado por los grandes magos, vivía encerrada la peor de las fieras, una bestia horrible a quien todos conocían por el nombre de Kratón. Había sido encerrado allí tras aterrorizar a todos los pueblos, en un laberinto mágico con una única entrada y salida que cambiaba de lugar cada día.

Pero ocurrió que llegó a aquellas tierras un hombre de corazón malvado, perverso hasta el extremo, cuyo único deseo era someter a todos los hombres del reino. Se llamaba Jafa, y tanta prisa sentía por cumplir sus deseos, que al enterarse de la existencia de Kratón, pensó en liberarlo para que le ayudara a completar sus planes, por muy peligroso que fuera el monstruo.

Así, Jafa marchó hacia la gran montaña con todos sus sirvientes. Eran tantos y tan temerosos de su amo, que no tardaron en encontrar la entrada del laberinto. Uno de sus esclavos, gran sabio, ideó la forma de mostrarle la salida cada día, desde fuera, una vez que el hombre estuviera en el interior de la montaña.

- Sólo una cosa más, mi señor- dijo el esclavo tras explicarle el sistema-. Cuando vayáis a salir del laberinto, debéis esperar a que sea de noche. Por nada del mundo salgáis a plena luz del día...

Y sin querar escuchar más, Jafa se introdujo en el laberinto. A gritos, en medio de una gran oscuridad, comenzó a llamar al monstruo, explicándole sus intenciones. Él le sacaría del laberinto si a cambio Kratón permanecía a su servicio, aterrorizando al pueblo, durante al menos diez años.

El monstruo, también a gritos, estuvo de acuerdo con la oferta del malvado, pues sólo quería salir de allí para vengarse. Cuando tras varios días se encontraron en medio de la más negra oscuridad, celebraron su terrible pacto. Y siguiendo el sistema que Jafa había acordado con su esclavo, no tardaron en encontrar la salida. Al acercarse, la brillante luz del sol asomaba a la entrada del laberinto, y Jafa recordó las palabras del esclavo. Lleno de impaciencia, el malvado se sentó a esperar, pero la bestia, viéndose libre, no quiso ni oír hablar de más esperas, y olvidándose del pacto, salió corriendo del laberinto.

Desde dentro, Jafa oyó los terribles gemidos de dolor de Kratón. Sentía un gran miedo, pero también la necesidad de salir a ver lo ocurrido con su bestia. Y aunque seguía recordando las palabras de su esclavo, decidió salir.

Nada más asomar su rostro Jafa, la luz del sol y la de otros mil espejos dispuestos por el sabio esclavo para iluminar aquel punto atravesaron sus ojos. Ojos que, indefensos por la oscuridad en la que habían vivido durante días, se quemaron al instante, dejando ciego de por vida al impaciente Jafa, como poco antes había ocurrido con Kratón. Y así, ambos malvados, ciegos, torpes e impacientes, ni siquiera pudieron ver cómo fracasaban sus planes, quedando para siempre castigados a una vida de oscuridad, junto a las demás criaturas de la noche.

domingo, 11 de abril de 2010

Mil cuentos

De la luna caía agua



Érase una vez al principio de los tiempos, un pueblecito llamado Silasol.


Los habitantes de Silasol eran pobres y se dedicaban a cultivar la tierra, pero había un problema, cuando sembraban la cosecha no daba fruto, pues no tenían luz solar. Pero también había otro problema, siempre era de noche y de la luna ¡caía agua!

Se mantenían con fuego pero tenían muy poca leña porque la luna la mojaba.


Los habitantes de Silasol estaban desesperados, no tenían ni luz ni cosecha.


Al final decidieron rezar al cielo todos los días para esperar que ocurriera un milagro.


Nada, todo seguía igual.


Hasta que un día, después de mucha esperanza, apareció en el cielo una bola de luz y calor.


Los habitantes de Silasol pensaban que no les serviría para nada tener aquella bola si no secaba todo lo que la luna mojaba, y además se iría.


Al día siguiente se quedaron sorprendidos al ver un día con luz. Y la cosecha había florecido, todas las personas bailaban y cantaban dando gracias al cielo.

Y después descubrieron que aquella bola de luz salía todas las mañanas y secaba lo que la luna mojaba.


Un día la luna dejo de tirar agua.


Los habitantes de Silasol estaban tan contentos que decidieron poner un nombre a aquella bola de luz y calor.


Decidieron llamarla Sol.


Desde aquel día los habitantes del pueblecito fueron felices para siempre.


Desde aquel momento el sol sale todos los días y lo vemos siempre y lo seguimos llamando sol al igual que le pusieron los habitantes de Silasol.

Mil y un cuentos

La brujita


Habían pasado las vacaciones de verano y teníamos que regresar al colegio, me sentía feliz.

Al acabar el curso anterior nos dijeron que íbamos a terminar la Primaria con una gran sorpresa.

Efectivamente, cuando llegó el primer día de 6º ¡qué suerte! la tutora nos esperaba en la clase muy impaciente; junto a ella estaba un ser especial, pronto nos dimos cuenta de que era una brujita.

Profesores y niños nos reunimos para saludarla. La observamos detenidamente. Era pequeña, hermosa y tenía unas larguísimas coletas. Además, pronto comprobamos que era muy simpática.

En un santiamén la brujita nos contó sus viajes, sus visitas a otros colegios y lo contenta que estaba porque había conocido a niños de todo el mundo.

Con suave voz nos dijo:

- Durante este curso vuestro trabajo será distinto.

Nada más decir esto llegó el momento crucial.

La brujita iba tocando a cada uno de nosotros (a los profes y a los niños) y nos hizo decir estas palabras mágicas:

Tururú
eres tú.
Tarará
contigo está.

Después, con paso lento y decidido se dirigió al horario y ¡clic! con su dedito meñique lo tocó y el horario entero se transformó.

En un ¡plis, plas! se elevó en el aire la brujita y desapareció.

Nosotros, silenciosos, la mirábamos atónitos.

Pasaban los días y nos sentíamos maravillados con todas las asignaturas. Las largas y frías mañanas las dedicábamos a descubrir los números hechizados, la lengua hechizada y a la fabricación de hechizos.

En los números hechizados hemos aprendido a sumar amigos, restar peleas, multiplicar compañerismo y a repartir amor.

A continuación la lengua hechizada nos tenía verdaderamente hechizados puesto que hemos conjugado los verbos colaborar, querer y vivir.

También hemos destacado los sustantivos paz, amor, amistad...y los adjetivos libre, pacífico, bondadoso...

El tiempo dedicado a la fabricación de hechizos hemos ido al laboratorio ¡cómo nos ha gustado! Allí hemos mezclado distintas sustancias y pociones para conocer mejor el mundo: las ciudades, los pueblos y las gentes llenos de vida y esplendor.

A pesar del frío, el tiempo dedicado al recreo ha sido mágico porque hemos jugado y con nuestra imaginación el patio del colegio cada día se convertía en algo encantado.

Las agradables tardes las dedicábamos a los hechizos musicales, hemos entonado hermosas canciones en las escalas SOLidaridad Mayor y REncor MEnor.

También hemos hecho gimnasia, hemos dado saltos de alegría y nos hemos mantenido ligeros, flexibles y veloces para conseguir cosas nuevas.

A todo esto hay que añadir las sorprendentes obras teatrales, los dibujos, la costura y...la magia del inglés:

Hello witch! I love you!

Todo nos ha sorprendido y sin darnos cuenta el curso se ha acabado. Todos nos hemos sentido muy contentos. Profesores y niños damos gracias a Dios porque hemos comprobado que aquella brujita del primer día de 6º ha permanecido en nuestros corazones durante todo el curso. Es la ILUSIÓN. Esa ilusión que está dentro de cada uno para trabajar, ayudar y aprender juntos.

Bienvenidos

Hola a todos, hoy empiezo a publicar este blog, espero que os guste.


Marina